(Por Güirá Oga). Es increíble que hayan pasado 12 años desde que nos dejó Juan Carlos. Muchas veces, cuando una persona parte, siempre se dice que deja un gran vacío, sin embargo, Chebez dejó un legado inmenso donde cada uno de nosotros, como sociedad, debe seguir.
Un legado que se revive a través de algunos de sus libros y de sus obras como creador de Parques Nacionales, Provinciales, Reservas Privadas, Municipales, Militares y Culturales con una fuerza arrolladora de coraje, desplegada para evitar la extinción de animales, plantas y paisajes únicos, donde solo allí podía vivir una especie en peligro.
De todo se valía si era para proteger, así cuando nos despedimos aquella fría mañana de junio de 2003, y dejaba Iguazú y Guirá Oga, me dijo: “No estemos tristes, hemos protegido un poquito más nuestra selva, si multiplicamos estos actos, la selva estará a salvo” y así se alejaba de la selva, pero la llevaba con seguridad dentro de su corazón.
Doce años son muchos y hablar de lo que ha representado su figura se agiganta aún más cuando evaluamos sus logros. Hace solo un par de noches y mientras revisaba notas y reportajes brindados por él, releí uno que ya lo debo haber leído muchas veces. Ese reportaje lo define quizás como ningún otro e invito a que lo lean porque podemos comprobar que ese conservacionista nato era un hombre simple pero con una visión insuperable que lo convierte sin lugar a dudas en un “prócer”. Generalmente, se le dice próceres a aquellos que, como San Martín o Belgrano, hicieron patria a través de sus batallas y hoy conmemoramos sus hazañas con un día en su nombre. En este caso, Juan Carlos, que nació un 31 de octubre, se conmemora en nuestro país “El día de la Naturaleza Argentina”. Sin duda, un prócer de la conservación.
Compartimos unos versos, que escribio Claudio Bertonatti en homenaje a Juan Carlos Chebez:
Recorriste selvas, bosques y palmares
Tierra, pastizales, estepas y cerros,
Quisiste proteger todos esos lugares…
Incluso, mares y costas, Rios y esteros.
Buscaste harpìas en parajes inciertos,
Patos serrucho, loros vinosos y yaguaretes…
Bien saben que todo esto es cierto,
El mismo pombero y el yasy yaterè.
Por eso toda la selva te extraña.
Luchaste tanto contra su desmonte.
Que en cada rincòn de su maraña
Retumba tu nombre, “Juan del Monte”
Coquena y llastay, desde antaño,
Custodian cerros, vicuñas y tradiciones.
Como ellos protegiste sus rebaños,
Con poesías, leyendas y canciones.
Incansable, anduviste de pago en pago.
Si no era atrás, era adelante,
Siguiendo pistas, rastros y datos,
Hasta de la extinta nutria gigante.
El gran bicherìo del Chaco te nombra,
Junto a esos grandes “que se van”.
Bajo quebrachos enormes queda tu sombra,
Protegida por chaguarales, “Sacha Juan”
También en la Patagonia te recuerdan,
Como naturalista, docente, sembrador….
De esos que amenazadas rarezas enseñan
Y que bien difundiste como “El Nombrador”
Por la meseta del somuncurà fuiste
Detras de mojarras, saurios y ranas.
Y fue tan lindo lo que nos dijiste…
Que hasta las sentimos hermanas.
Defendiste tortugas, huemules y venados
Guacamayos, boas y tordos amarillos…
A nungun bicho supiste dejar de lado.
¡Si a los mismos ratones les diste brillo!
Creaste nuevas àreas protegidas,
Contra la ignorancia y la desolaciòn
A la naturaleza le curaste heridas
Fuiste campeòn de la conservaciòn
Amigos de la puna, pampa y espinales,
Citan tus libros y charlas con intrepidez.
Hasta nos dejaste canciones inmortales
Para tenerte siempre, Juan Carlos Chebez.