(Por Miguel Ularte, sommelier). Cuando se evalúa el color, los vinos blancos pueden colocarse en una escala que va de limón a marrón. El color más común para los vinos blancos el color limón. Si hay un toque de naranja o de marrón el vino es dorado. Los vinos que tienen un nivel de acastañado muy evidente pueden describirse como ámbar.
Los vinos tintos pueden colocarse en una escala del púrpura a teja. El color más común por el vino tinto es el color rubí. Los vinos con un color azulado o púrpura evidente se describen como púrpura. Si se observa un color naranja o marrón evidente pero el vino sigue siendo más rojo que marrón el vino se describe como granate. Si el vino es más marrón que el rojo podrá describirse como teja.
Existe una escala similar a esta para los vinos rosados, los cuales pueden ser considerados como vinos tintos pálidos. Sin embargo, por convención, los vinos rosados tienen su propio conjunto de descriptores de color. Rosado describe vinos que tienen un color rosa muy puro. Si un vino que tiene un color rosado muestra un toque de naranja, entonces puede describirse como rosa – naranja. Naranja puede utilizarse para describir un vino rosado en el cual el mismo es el color dominante.
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