Cuando llega a una vivienda en cualquier barrio, los integrantes de la familia manifiestan muchas sensaciones teniendo en cuenta que son horas o días sin agua en su domicilio. Alegría para los niños, emoción contenida en otros y alivio en los mayores a cargo. También se respira bronca y preocupación por permanecer muchos días sin agua y pagar un servicio que debería ser accesible para todos a través de una facturación de Imas.
Lunes temprano, cerca de las 8, estaciona una camioneta y los integrantes de una familia del barrio Bicentenario ven llegar a un hombre muy parecido a un superhéroe pero sin capa ni espada. Solo llega con un tanque y algo tan valorado por estos tiempos de crisis hídrica y sanitaria: agua, simplemente agua.
“Nosotros y varias familias más pedimos agua. Nos nos cae nada bien pagar y lo debemos hacer. Por suerte está Lucas que es un muchacho muy bueno con nosotros y cuando le pedimos agua muchas veces puede venir y si no podemos pagar tratamos de pagarle al día siguiente”, comentó Miguel Ozuna, vecino del barrio y damnificado.
Lucas tiene 30 años, es el mayor de los hermanos -el apellido pidió no publicar porque genera incomodidad- y vive en el barrio Santa Rosa que semanalmente también padece la falta de agua en su casa y zonas aledañas. No diariamente, pero de manera continua, reparte agua a domicilio en los distintos barrios de la ciudad turística de Puerto Iguazú.
“No quiero mencionar el apellido porque para la gente somos los malos de la película porque cobramos por el servicio de agua a domicilio”, dice avergonzado y tímido. “Antes me molestaba pero ahora ignoro para no chocar con la gente que habla boludeces”, dijo a El Independiente Iguazú.
Mientras tanto, en el inicio de la jornada él llega y se observa que los niños aplauden con alegría, mientras que los mayores agradecen y pagan 1600 pesos.
“La gente cree que hacemos fortuna y nos critican, pero no es tan así. ¿Ganamos guita (dinero)?. Sí, ganamos guita, pero menos de lo que la gente cree porque tenemos muchas horas de espera para tener nuestro turno y también contar la demora de la carga que no es rápida”, comentó el joven que trabaja como eventual en un hotel y ayuda a su padre en un comercio familiar.
Y explicó: “A veces gano 3 mil pesos y a veces saco 6 mil. No siempre 10 o 15 mil como dicen por ahí, no siempre”. A eso “hay que descontar el combustible y la pérdida de tiempo que muchos no ven y critican”.
Treinta minutos después de iniciar la descarga, el padre de los niños abonó un adelanto para un próximo viaje. “La gente me adelanta dinero porque está muy desesperada, muy mal”, dijo Lucas a El Independiente Iguazú. “Gano plata, no voy a decir que no gano, pero también sufro la falta de agua y sé lo desesperante que es el problema porque no puedo llevar agua para todos y siempre estoy rechazando pedidos de urgencia porque no se puede con todo”, indicó.
En cuanto a la calidad de agua, Lucas recomienda no beber porque “no es garantía” en estos tiempos. “Yo lo hago sin problema, pero a todos trato de decir que no sé si es apto para consumo, si es potable”.